martes, 27 de enero de 2009


Me llamo Maribel y soy Bañohólica
Para mi fue un día triste el día que me pillé una conciencia.
Así, como quién se pilla un gripazo.
Ese día me di cuenta de que no podía vaciar los pantanos yo solita para llenar mi bañera y darme baños de una hora.
Intenté resistirme y volví a repetir el ritual que tanto me gusta: llenar la bañera , añadir sales, elegir de mi gran colección el jabón con el aroma más adecuado a mi estado de ánimo, y sumergirme olvidándome de las cosas pequeñas, como el reloj o las tareas diarias, pero también de las cosas grandes, como la política o la situación de Oriente Medio
Al principio parecía que funcionaba, pero un pequeño run-run, poco perceptible, me hacía pensar en esas imágenes que vemos en la tele en la que un pobre niño africano camina kilómetros con su taza en la mano para llenarla en un charco fangoso. El run run, iba creciendo y pasaban ante mis ojos imágenes de las grandes alcantarillas a la salida de las ciudades vertiendo sus aguas sucias a los ríos, y llegó un momento en que ya era un ruido atronador, y veía a los pobres animales marinos intentando zafarse entre restos de basura, aceites y detergentes mirándome con cara de odio mientras yo, ahí en mi bañera, malgastaba 200 litros de agua limpia solo para darme un caprichito.
Desde ese día solo uso la ducha.
Es triste tener conciencia.
Igual, uno de estos días, me lo hago mirar.