martes, 29 de marzo de 2011

LA COLADA DE NUESTRAS BISABUELAS


Después de haber escuchado la estupenda entrevista que le hicieron a Mendru en la radio, Me ha vuelto a entrar el regustillo por la historia del jabón y su uso. Recupero este artículo que publiqué hace bastante ya en un foro.


Conservo como una pequeña joya un librito de cuando mi abuela iba a la escuela en Asturias. Calculo, porque no tiene fecha, que es de alrededor de 1910. Se llama "LA NIÑA INSTRUÍDA: Fisiología e higiene aplicada a la economía, medicina y farmacia domésticas para su lectura en colegios de niñas" En él, además de otras muchas enseñanzas de lo más pintoresco sobre el cuidado del hogar y la familia, hay un capítulo dedicado a la colada que he pensado que os gustaría, así que os transcribo lo más importante para que deis gracias a Dios por haber dado a la humanidad conocimiento para fabricar la lavadora automática. :)


En 1910 la colada se hacía de esta manera: La colada se hace, ordinariamente, como sigue: en un colador (generalmente una cuba de madera), con un agujero lateral cerca del fondo, se pone la ropa, pieza por pieza, lo más extendida posible. Se cubre la tapa o boca del colador con un lienzo fuerte y sin agujeros, y sobre ese lienzo se pone ceniza vegetal reciente y limpia de carbón. Entonces se echa agua caliente sobre la ceniza. El agua disuelve los álcalis que hay en la ceniza, se filtran a través de la ropa y se limpian. El agua o lejía que sale del colador se recoge, se calienta de nuevo y se vierte otra vez sobre la ceniza. La operación se repite durante diez, doce o más horas, según la cantidad de ropa, su clase, la suciedad que tuviere, etc. Después se saca la ropa, se aclara o lava en agua limpia y corriente, y se la seca al sol. La colada llamada "a vapor" es más sencilla y más económica. Se hace en lejiadoras especiales de cinc o hierro (palastro), con doble fondo, aunque puede bastar un caldero ordinario. Se pone en él la ropa y se echan tantos litros de agua, próximamente, como kilogramos pese. En el agua se habrán disuelto antes unos cristales de sosa, que formarán la lejía. Se tapa, se le pone al fuego y se le hace hervir durante tres o cuatro horas, apartándola del fuego, después se lava y seca como en el caso anterior. Finalmente, para la ropa blanca no muy sucia se puede proceder como sigue: se moja la ropa y se la coloca en una vasija, y encima se vierte, muy caliente, una lejía hecha con un kilogramo de jabón, 30 gramos de aguarrás y 30 de amoniaco, con 50 litros de agua. Se remueve con alguna frecuencia, se deja enfriar, y al cabo de 4 o 6 horas, puede sacarse la ropa, aclararla y secarla al sol. Es el procedimiento más rápido y da excelentes resultados. La ropa queda a veces con un matiz amarillento, que desaparece con la acción del sol o sumergiéndola en agua y donde se hayan disuelto unas bolitas de añil y secándola después.

¡Madre mía! . Lo dicho, la lavadora es un gran invento!!

Saludos