jueves, 9 de enero de 2014

Conjunciones jaboneras cósmico-planetarias


Lo primero ¡Feliz Año Nuevo! 
Ahora que termina la Navidad, pero aún se percibe en el ambiente un yoquesé mágico, os quería contar algunas cosas que no tienen una explicación racional así como así.
Yo soy de Madrid, pero de pequeña pasaba todos los veranos y fines de semana en un precioso pueblo de los Montes de Toledo que se llama San Pablo de los Montes. Lo considero mi pueblo adoptivo, y aunque hace mucho que no voy, guardo unos recuerdos maravillosos del pueblo y de su gente.
Fue en San Pablo donde  vi hacer jabón por primera vez. Una amiga de la familia me llevó para que lo viera. Yo, niña de ciudad y bastante descreída sobre los “remedios de la abuela”, tuve todo tipo de recelos acerca de que aceites sucios y restos de grasas pudieran formar algo bueno. ¡Quién me iba a decir...!
Hasta muchos años después no volví a ello,  ya en los años de los ordenadores y de Internet.
No deja de ser una paradoja que sean las nuevas tecnologías las que nos ayuden a volver a las cosas más tradicionales y artesanas.  Pues bien, este mundo jabonero me ha hecho vivir una serie de casualidades y coincidencias que sólo puedo calificar de conjunciones cósmico-planetarias, y que el mismísimo Iker Jiménez debería investigar.
Por ejemplo: En una de las últimasreuniones, tuve dos chicas venezolanas que vinieron a aprender a hacer jabón conmigo, aprovechando  que iban a venir a España. Lo curioso es que ellas no se conocían, pero  incluso al otro lado del charco, tuvieron la misma idea, al mismo tiempo y coincidieron  viniendo desde el mismo sitio, que es además un país bien lejano. 
Es bastante raro ¿verdad?  Quizá no tanto como lo que le pasó a Isabel,  que le vendió materiales para hacer jabón a tres personas con el mismo apellido –un apellido poco común- y cuando les preguntó, resultaron ser primos hermanos entre ellos, y ninguno sabía que a los otros dos les había dado por la misma afición. Eso no sé si calificarlo de conjunción astral o de predisposición genética en la familia.
Y más coincidencias: Me cuenta mi amiga Julieta (también venezolana) que paseando por Ciudad de México  vio una tienda de jabones y claro, se metió a curiosear, y no sé cómo fue la cosa, pero me lo imagino algo así:  Julieta le contó a la dueña de la tienda que ella había aprendido a hacer jabones en España.  –Yo también- contestaría la dueña-  con una chica que se llama Maribel  ¡La misma que yo!  Diría Julieta…Y así es como Cynthia y Julieta,  alumnas y amigas mías, se conocieron en México D.F.
En serio ¿Pero cuántas posibilidades hay de que dos alumnas de mis pequeños, pequeñísimos talleres en Madrid, cada una de un país, coincidan en una de las ciudades más pobladas del mundo?
Algo parecido pasó cuando mi prima en Sevilla, que tiene un herbolario, me llamó para consultarme si un aceite que vendía servía para jabón, porque tenía allí  delante una clienta que tenía la duda.
 Si. Lo habéis adivinado. Su clienta también era seguidora de mi blog y alucinó cuando supo que los que llevaban años atendiéndola en su “herbolario de toda la vida” eran mis tres primos.
Pues bien: anteayer me llamó una chica interesada en aprender, y estuvimos hablando un buen rato. Al poco, me contó que era de un pueblo de Toledo. –Seguro que no lo conoces, porque es pequeño. Se llama San Pablo-
Resulta que voy a enseñar a hacer jabón a la nieta de la mujer que me enseñó a mí. ¿Es o no es una conjunción jabonera cósmico-planetaria?