lunes, 31 de agosto de 2009

Mi amiga Esther

Nos conocemos hace como diez años. Esther es de esa clase de personas a las que es fácil incluir en tu vida, no sólo porque es buena, divertida y encantadora, es que además tiene esa costumbre tan suya de regalar bombones a troche y moche y claro, nadie puede resistírsele.
Desde que nos conocemos me adoptó de hermana menor y yo la adopté de hermana mayor. Empezamos a ir juntas de compras, de paseo y a desayunar montones de veces.
Seguro que si abandonásemos nuestro hábito de hablar por teléfono durante horas por las mañanas, las acciones de Telefónica caerían en picado y seríamos responsables del descalabro de la Bolsa nosotras solitas. Nuestros respectivos hijos se ríen de esa costumbre….Parte de la culpa la tienen ellos, que no colaboran nada en nuestros planes de emparejarlos para que el día de mañana podamos malcriar a los mismos nietos.


Estas vacaciones, Esther se sintió mal y tuvo que ser hospitalizada. Dicen que ha tenido un infarto, pero yo tengo una teoría, y es que su corazón es tan grande que se ha sentido algo apretujado y ha tenido que expandirse un poco para hacer hueco a más y más gente. Si en un electrocardiograma se pudiesen detectar todas las personas que estamos dentro del corazón de Esther, los médicos se habrían dado cuenta en seguida, pero ya se sabe, hay cosas en las que la medicina está aún muy atrasada.

Ella ahora ya está bien. Le han dicho que haga vida sana, comida sosa y muchos, muchos paseos.…Mmmm ….Creo que eso abre todo un mundo de posibilidades ante nosotras. Yo,por lo pronto, ya me he comprado unas zapatillas bien cómodas.